Inicios del Hospital Naval Puerto Belgrano.

Hacia fines de 1.880, el cambio de concepción geopolítica y estratégica propuesto por los representantes navales de la Generación del Ochenta se vieron plasmados en la construcción del primer Puerto Militar del país en la ría de Bahía Blanca. La iniciativa correspondió al teniente de navío Félix Dufourq y para la ejecución del proyecto el gobierno contrató a el ingeniero de origen italiano Luis Luiggi. Las obras motivaron un notable crecimiento demográfico en las inmediaciones dando origen a la villa de Punta Alta en julio de 1.898, al mismo tiempo que se erigía el primer pilote en el dique de carena. La incipiente población compuesta por el personal contratado para la construcción de la Base, los oficiales y suboficiales de la Armada con sus familias y civiles que vieron en el Puerto Militar la posibilidad de progreso económico y social debía contar con adecuadas condiciones habitacionales, educativas y sanitarias.

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Como modelo se utilizó el Hospital de Eppenforf, en las inmediaciones de Hamburgo.El primer edificio en terminarse fue el que actualmente ocupa la farmacia del hospital naval, que en su planta baja albergaba la Dirección, Administración, Farmacia, Laboratorio, Radiología, comedor de médicos, alojamiento de las guardias y cocina. Posteriormente se continuó edificando hasta lograr tres salas de 44 camas para señoras, Clínica Médica y dotación, agregándose más tarde una sala de Cirugía. La primera intervención quirúrgica que se registra se realizó en 1902. La casa destinada al Director fue habilitada luego de 1906 por médicos solteros y en 1937 fue reformada para alojar a las Hermanas Terciarias Misioneras Franciscanas. La capilla que flanquea la Casa de las Hermanas data de la década del ‘30. La urgencia que revistió la construcción del establecimiento se deduce fácilmente si se tienen en cuenta las condiciones en que el personal de la base era atendido en un pabellón que no sólo estaba al margen de la técnica moderna, sino que resultaba sumamente reducido en relación con el número de personas que concurrían. La antigua sala de operaciones funcionó en un lugar improvisado, construido para otra finalidad, carente de la necesaria luz natural y que por su ubicación era el tránsito obligado a la sala contigua.

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